
Y nevó...
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La alegría, que durante unas horas permaneció escondida, salió a la luz, al ver pequeños copos de blanca nieve caer de los cielos... Copos de nieve convertidos en el más frío de los fuegos, en el más cálido beso que un amante puede regalar... Manos heladas fusionándose con la tibieza de su blanquecino cuerpo... el fósforo de sus ojos, regala la luz que una noche ausente regala... de otro mundo, de otro tiempo... de otro Santiago, que no es el mío, ¡pero cuánto quisiera que lo fuera! ¡Santiago blanco y vivo! ¡Santiago gris y muerto! ... ¿dónde estás Santiago?
1 comentario:
pero la alegría se derritió. Y se ensució. fue efímera.
como siempre
¬¬
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