
Sus pasos pesados suben las escalas mirando indiferente a quien no mira por donde camina. Cemento se alza por sobre un edificio que no lo reconoce y simplemente camina, con su bolso en el hombro y sus gafas medio ovaladas.
Entra. Voces intermitentes aparecen, calzan sus zapatos y una mueca molesta aparece en su rostro, nadie se molesta en callarlas, todos hablan y el solo se prepara.
Está listo, solo se endereza y respira. Se instaura el silencio y aparecen los temblores, se respira en el aire la expectación, y la satisfacción lo llena por dentro. Puede oler el miedo de quienes por una hora y cuarenta y cinco minutos habitarán y llenarán de olores corporales y medios pestilentes esa aula, no sonríe y solo comienza. Su voz grave, sus paseos por el aula, las preguntas para quienes lo miran expectantes y aguantando la respiración. Puede escuchar los pensamientos de aquellos que solo quieren que esta tortura termine, puede oírlos pedir no tenerle miedo, y puede sentir a aquellos que no le temen.
Porque así es él. Fuerte, indiferente y que, con tal solo una mirada puede detener el parpadeo constante de sus alumnos, sus respiraciones ya no pausadas. ¡Oh el poder! ¡qué agradable es tener poder!
1 comentario:
Creo que te compartimos muy poco, para tanta lejania...
Te quiero y te extraño sabes = /
...Suerte esta semana en la U!...
aiOz!
besos
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