sábado, enero 06, 2007

Ricardo.




No es una historia de su vida, más bien de la que llevamos juntos hace algo así como quince años...
Somos primos hermanos, dejando claro que él es un Embry Klarián y yo, todo lo contrario, Klarián Embry... Él, mi version masculina y mucho mas virtuoso con respecto a intruentos musicales, y yo, con mejor voz...
Con él, nunca me cuestione lo que era el amor, siempre lo dije y lo sigo haciendo, lo amo como si fuera el primer día que lo descubrí, me gustan ciertas facetas de su vida y otras las detesto... tal como lo hago con las mías.
Ricardo es un año mayor que yo, tiene dieciocho, pero a veces siento que tuviéramos la misma edad... Somos capaces de comprender los estados del otro, y saber qué decir en el momento justo... vale decir también, que no son necesarias las palabras con él... me doy cuenta que en nosotros, las miradas dicen mucho más...
¿Quién no se ha escudado en la soledad, esa caprichosa amiga? queda claro, que ambos, lo hemos hecho... Pero hemos evolucionado... cambiado a través del tiempo, tropezado y volado, aunque ninguno de los dos lo crea... Hemos Volado...
Creo que el recuerdo que tengo más marcado fue un día de verano, en la casa de la playa, en la supuesta "casa embrujada", él recostado en uno de los sofás y yo mirando por el ventanal, me doy vuelta (no debemos tener mas de siete u ocho años) y lo veo con los ojos abiertos, mirando la nada, a través del vantanal...
- ¿Qué haces? - le pregunté. Él me miró, como si hubiera despertado...
- Estaba durmiendo... - me sonrió, lo miré incrédula, y con el ceño fruncido.
- No puedes dormir con los ojos abiertos...- lo acusé - te duelen, y te lloran...
- Eso no es cierto...- me dijo, aún con la sonrisa, pero estaba serio, como si yo tratara de quebrar algo importante, algo tan delicado y débil que creo que hasta lo sentí ofendido por lo que acaba de decir - Puedes dormir con los ojos abiertos... puedes soñar con los ojos abiertos... puedes hacer muchas cosas... - y no me dijo nada más... volvió a su posición inicial, mirando la nada, mientras yo, lo miraba diferente.
Desde ese momento yo empecé a soñar con los ojos abiertos, y fue ahí cuando me di cuenta, que había soltado su mano, que ya no íbamos juntos por el mismo camino, que serían inviernos diferentes tanto como sus veranos... No me asusté y sé que él tampoco, sabíamos que había llegado el día de separarnos...
Aún no volvemos a encontrarnos... yo camino por el otro lado de la calle... él mira la Luna, y yo las estrellas... él hace música... yo la interpreto...
Comenzamos a vivir y no a sobrevivir...

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