Spring

Y aquí viene de nuevo, otra soleada primavera que huele diferente, que huele a puerto, a la quinta región, a mi nueva vida. Y tan solo me gusta porque evado mi propio frío con la tibieza del medio, me templo y sonrío, sonrío de forma sincera y a veces fingida, pero sonrío.

Detesto el polen y su detestable picor, aborrezco el polvo y sus aborrecibles estornudos, odio sus frías mañanas y el, perfectamente odiable meteorólogo... odio que llegue sin darme nada, y que se largue sin remedios para mis alergias, sin remedio para los amores imposibles y volátiles... que me deje sin jarabes para el desamor... la odio...

Y lo que más detesto, es que aún así, sintiéndome sola, estando sola, hablando sola, caminando sola, y amando a solas, la espero... espero que llegue helada y cálida a la vez, seria pero acogedora, realista y soñadora, habladora y silenciosa.

Odio que mantenga viva la esperanza, que imagine trapecistas en el sol mientras lo miro con mis gafas perdidas, odio que cada año me diga que volverá y será mejor, porque le creo, le creo a quien no entiende de sentimientos... le creo, simplemente porque me cree a mi... porque sigue cada jugada, cada mirada, cada abrazo, cada beso...

Porque me prepara para cada verano seco y excesivamente soleado, donde la olvido, donde su estela de brillante alegría desaparece, para dar paso al calor...

Lo peor es que sé que no me lo reprocha, porque cada año volverá, discutiremos como siempre, haremos las paces, me acompañara en solitarias caminatas y cigarros consumidos, la aceptaré y se irá... así. Solo así.